La psicología, como disciplina, se encarga del estudio de la mente humana. Y si profundizamos un poco más en este concepto, encontramos varias dimensiones que se combinan entre sí para formar el emergente al que llamamos “mente": Las percepciones, los procesos cognitivos, la conciencia, las emociones, las conductas manifiestas, etc. Muy resumidamente, lo que pensamos, lo que sentimos y la manera en la que actuamos es lo que define en gran medida nuestra personalidad; única e irrepetible. Dentro de la psicología, existen diferentes escuelas que se encargan de explorar y teorizar conocimientos sobre alguna de estas dimensiones de manera preferencial; restando importancia o minimizando la incidencia de las otras en el constructo al que denominamos “personalidad”. Lejos de contradecirse, muchas de estas corrientes se complementan entre sí, permitiendo una comprensión más profunda de los conflictos y las dificultades a las que en ocasiones debemos enfrentarnos en algún momento de nuestra vida. Un enfoque integrador es entonces un encuadre de trabajo que incorpora teoría, técnicas y perspectivas de diferentes corrientes psicológicas con la finalidad de adaptar el proceso terapéutico a las necesidades específicas de cada consultante.